La Música De Nuestras Vidas
por Norman Fischer
Plática dada en el Centro Zen de San Francisco el 31 de octubre de 1998
Todos somos muchas personas. Algunas de estas personas las conocemos y a otras no las conocemos ─unicamente alguien más las conoce. Algunas de estas personas nos gustan y algunas otras no nos gustan. Añoramos algunas de ellas y de otras queremos salir corriendo. Todo esto es música; es la música de nuestras vidas si sólo pudiéramos detenernos a escuchar. La música no tiene ningún significado; no la puedes explicar. Comerse una comida tampoco tiene algún significado, pero si no se come no hay vida, y si no escuchamos la música no podemos bailar. Esta es nuestra práctica ─comer nuestras comidas y recoger; bailar al ritmo de la música de nuestras vidas, cada uno a su manera, y después morir cuando sea tiempo.
Vivir de esta manera es muy simple y también muy profundo. Nada espectacular es necesario. Esto es como el maestro Zhaozhou en el Caso 52 del Blue Cliff Record. Como no hay una clave para este caso, esta es mi clave. El caso se llama “Asnos cruzan, Caballos cruzan”, de Zhaozhou. Un monje le preguntó a Zhaozhou, “Durante mucho tiempo, he escuchado hablar acerca del puente de piedra de Zhaozhou, pero ahora que he venido hasta aquí sólo veo un simple puente de troncos.” Zhaozhou dijo, “Sólo ves el puente de troncos; no ves el puente de piedra.” El monje preguntó, “¿Qué es entonces el puente de piedra?” Zhaozhou contestó, “Asnos cruzan, caballos cruzan.”
Este es el caso acerca del maestro Zhaozhou, uno de los más maravillosos y queridos maestros Zen en la tradición; personalmente uno de mis favoritos. A través del Blue Cliff Record, el Mumonkan, el Shoyoroku, por todos lados en la tradición encontramos historias de Zhaozhou. Y pienso que la razón por la cual es muy apreciado es porque es muy simple y ordinario. No echa cohetes ni ondea banderas; no grita, no golpea, no tiene palabras ni frases bonitas. Él solamente se encarga de sus asuntos cotidianos, viviendo su vida, relacionándose con la gente de la mejor manera que puede, y aún así hay una tremenda profundidad en su enseñanza. Aunque sus palabras nunca hayan sido sobresalientes, decían de Zhaozhou que tenía una luz jugando alrededor de sus labios cuando hablaba.
Zhaozhou se ordenó cuando era niño en el templo local y cuando tenía como 20 años, tiempo de realizar la ordenación completa, escuchó hablar del maestro Nanquan y fue a visitarlo. El encuentro inicial entre los dos es muy conocido. Nanquan estaba o tomando una siesta o estaba enfermo cuando Zhaozhou fue a visitarlo, por lo cual se encontraba acostado. Zhaozhou lo saludó. Nanquan dijo, “¿De dónde vienes?” ─una pregunta que siempre se hace; una pregunta como muchas preguntas Zen que son muy simples y ordinarias y al mismo tiempo muy profundas. “¿De dónde vienes?” “San Francisco.” “¿De dónde?” “No lo sé.” Este es el tipo de pregunta que el maestro formularía para tratar de establecer algo acerca de la práctica de un joven novicio como Zhaozhou. Entonces Nanquan preguntó, “¿De dónde vienes?” y Zhaozhou respondió, “Vengo del Templo de la Imagen Sagrada,” el nombre del monasterio en el cual había permanecido. Nanquan dijo, “¿Viste la imagen sagrada?” Zhaozhou dijo sin ninguna vacilación, “No vi la imagen sagrada pero ahora veo a un Buda reclinado.” A Nanquan le impresionó esta respuesta y el espíritu de Zhaozhou y entonces dijo, “Bueno, ¿tienes un maestro? ¿Vienes a buscar un maestro o vienes mandado por un maestro?” Zhaozhou emitió una respuesta muy famosa, algo asía como, “Los días de invierno son muy luminosos. Espero que tu buena salud continúe.” Quizá algunos de ustedes reconozcan esta línea. Esta es la frase que es dicha por los shusos, o estudiantes principales, en la ceremonia de entrada al monasterio de estos estudiantes.
Zhaozhou no dejo el monasterio por 40 años, hasta la muerte de Nanquan. Tenía como 60 años y sintió que era tiempo de poner a prueba su práctica, de ir a la escuela de postgrado del Buda-Dharma como los monjes de aquellas épocas hacían, viajando, yendo a diferentes templos, conociendo a diferentes maestros; una práctica Zen importante y probada a través del tiempo. Y así es como lo haces ─pasas 40 años en un lugar y cuando gradualmente le tomas la medida, te vas a dar la vuelta a otros lugares para tratar de entender más. Cuando se embarcó en su peregrinaje, Zhaozhou hizo el famoso comentario, el cual admiro mucho, “En este peregrinaje si conozco a una persona anciana de 80 o 90 años, experimentado en el Dharma, que necesita aprender algo de mí, le enseñaré. Y si conozco a una niña joven de siete años que tiene algo para enseñarme, me sentaré a sus pies y aprenderé.” Esta es una buena actitud para la vida en general.
Se fue peregrinando 20 años de esta manera y cuando tenía como 80 años pensó, bueno, no estoy completamente listo pero de cualquier manera podría empezar a enseñar. Por lo tanto, creo que los 80 años es un buen momento para empezar. De acuerdo a la leyenda vivió hasta los 120 años, por lo que todavía tuvo 40 años de enseñanza. Aparentemente, no enseñó en un remoto y grande monasterio de la montaña como muchos antiguos maestros del Ch´an lo hicieron, sino en un pueblo llamado Zhaozhou. Era maestro en un templo de Quanyin ahí. Había un puente famoso en el pueblo llamado el Puente de Zhaozhou, como el Puente del Golden Gate, un paraje famoso que los turistas iban a visitar. Ese es el puente que figura en nuestro caso de hoy. Déjenme contarles algunas pequeñas historias de Zhaozhou sólo para entusiasmarlos acerca de él. Me gustaría si el resultado de mi plática del dharma fuera que todos se sintieran contentos de haber conocido a Zhaozhou. Eso sería muy provechoso.
Aquí hay un diálogo muy famoso entre Zhaozhou y Nanquan: Zhaozhou le preguntó a Nanquan, “¿Cuál es el camino?” Nanquan contestó, “La mente ordinaria es el camino.” La mente ordinaria es el camino, no una mente especial, no una cosa especial para hacer, simplemente la mente ordinaria es el camino, cada momento de la mente es el camino. Esto es un problema, porque si la mente ordinaria ya es el camino, entonces ¿cómo practicas? Si alguien te dice, el camino es esta mente especial por aquí, entonces tu puedes decir, ¡ah! Muy bien, voy a ir en esa dirección y practicar. Pero si alguien te dice que la mente ordinaria es el camino, eso es lo único que hay, ¿cómo llegar hasta ahí? Es tan fácil que es imposible. Por tanto Zhaozhou dijo, “Si la mente ordinaria es el camino, ¿entonces cómo te le acercas?” Nanquan replicó, “Si intentas acercártele estás en la pista equivocada.” Zhaozhou dijo, “Si no puedes intentar ir hacia ella, ¿entonces cómo vas a realizarla?” Nanquan dijo, “No es un asunto de saber o no saber. Saber es ilusión (engaño), no saber es estupidez. Si realmente consigues el camino, tu visión es como el espacio infinito, libre de todos los límites y obstáculos.”
En zazen, en sesshin, nuestro trabajo no es lograr algo, sino más bien soltarnos a la música de nuestras vidas. Dejar de agarrarnos a nuestras vidas y deseos e intenciones y solamente dejarnos caer hacia la inmensidad del camino, del camino de la mente ordinaria. Este camino no está afuera de nosotros, o más allá de nosotros y nuestros deseos. Está justo en el medio misterioso de ello. Y para descubrir aquello necesitamos dejar ir. Yo quisiera enfatizar la postura y la respiración, que ustedes hagan un compromiso muy fuerte para sentarse erguidos y respirar en su abdomen, adentro y afuera, a estar con cada una y en todas sus respiraciones lo más que sea posible, usando su postura y su respiración como su punto de anclaje y solamente estando ahí, regresando una y otra vez a eso, abandonando todo lo demás. Abandonar todo lo demás no significa que no le pones atención a ello, no significa que lo suprimes o que te guste o te disguste. Únicamente lo dejas ir. Regresamos una y otra vez al momento presente de nuestra postura y respiración. Y de esa manera, sin proponernos algo, solamente estando presente, descubriremos nuestra mente ordinaria la cual no es nada despampanante, nada especial, únicamente vastedad por todas partes.
Un caso famoso que todos ustedes conocen, estoy seguro, es el caso del gato de Nanquan. Aparentemente, en el monasterio de Nanquan había una Sala Este y una Sala Oeste. A lo mejor en la Sala Este los monjes estaban siempre de retiro y la Sala Oeste albergaba a los monjes de soporte, los cuales hacían el trabajo del monasterio. Los monjes de ambas salas tenían muchas veces puntos de vista diferentes y diferentes intereses, por lo que ahora estaban discutiendo. Estaban discutiendo acerca de un gato. Probablemente los monjes del lado de los que estaban manejando el monasterio pensaron que este gato era muy bueno porque estaba matando a los ratones en la cocina. Del otro lado, los monjes pensaron que este gato estaba matando a los ratones y esto va en contra de los preceptos, y además, se está orinando en el zendo. Este gato se tenía que ir. Entonces estaban discutiendo de esta forma, de ida y vuelta. Yo he escuchado acerca de cosas como ésta. Aún recientemente, aún cerca de aquí. De cualquier modo, por alguna razón todo se reducía a este gato. Y Nanquan cogió al gato y dijo, “Esta bien, alguien más vale que diga una palabra verdadera del Zen o voy a partir a este gato por la mitad, enfrente de todos ustedes.” Claro, nunca nadie dice una palabra verdadera del Zen en estas viejas historias, y nadie lo hizo, entonces él partió al gato por la mitad. Ese fue el final de la disputa. Como había de pasar, Zhaozhou no estaba por ahí en ese momento. Estaba en el pueblo comprando provisiones o algo; tal vez estaba visitando a un pariente. Cuando volvió y escuchó lo que había sucedido, se quitó sus sandalias de viaje y se las puso encima de su cabeza y caminó de un lado para el otro. Nanquan dijo, “Ah, que lástima que no estabas aquí hace un rato, hubieras salvado al pobre gato.” Pues esa es la historia. Ahora, creo que la razón por la cual se puso sus sandalias en la cabeza fue porque era una costumbre en China ponerse las sandalias encima de la cabeza como un signo de duelo. Si Zhaozhou hubiera estado ahí se hubiera puesto las sandalias en la cabeza y hubiera caminado de arriba abajo expresando el hecho de que el gato ya estaba muerto, incluso antes de que Nanquan cortara al gato en dos. Igual que ustedes y yo ya estamos muertos. Pensamos que es después cuando vamos a estar muertos, pero esas son tonterías. En realidad, ahora mismo en cada respiración estamos vivos y estamos muertos. No sabemos eso y por eso es que sufrimos. Si los monjes de la Sala Este y los monjes de la Sala Oeste hubieran sabido esto, no hubieran discutido. Verdaderamente, cada mañana, cada día deberíamos de estar en duelo. Cada momento representa un duelo.
Esta es otra historia acerca de Zhaozhou. Una vez, cuando todos los estudiantes nuevos estaban llegando uno por uno para su entrevista al principio del período de práctica, Zhaozhou le preguntó a cada uno de ellos, “¿Has estado antes aquí?” Y uno contestaría, “Si.” Zhaozhou entonces diría, “Ah, que bueno, tómate una taza de té.” El siguiente vendría y Zhaozhou preguntaría, “¿Has estado antes aquí?” “No, no, nunca he estado antes aquí; esta es mi primera visita.” “Ah, tómate una taza de té.” Esto prosiguió, si, tómate una taza de té, no, tómate una taza de té. El prior del monasterio estaba observando todo esto y enojándose mucho. Él dijo, “Alguien viene y dice no, no he estado antes aquí, y usted le dice ande y tómese una taza de té, y alguien más viene y dice si, si he estado antes aquí, y usted le dice vaya y tómese una taza de té. ¿Cuál es el significado de esto? Y Zhaozhou dijo, “¿Prior?” Y éste respondió, “¿Si?” Zhaozhou dijo, “Tómese una taza de té.”En una ocasión, un novicio le comunicó al maestro Zhaozhou, “Apenas recientemente me han admitido en este monasterio. Yo le imploro, reverendo, que por favor me enseñe y me guíe.” Zhaozhou dijo, “¿Ya has comido tu desayuno?” El novicio contestó, “Si, ya lo he hecho.” Zhaozhou entonces dijo, “Por favor lava tus platos.” Una famosa historia de Zhaozhou.
Hay muchas respuestas cortas de Zhaozhou que son muy famosas. Claro, la más famosa de todas es: Una vez un monje le preguntó a Zhaozhou, “¿Tiene el perro naturaleza Búdica’” Zhaozhou dijo, “No.” Este es el famoso koan “mu”. Es menos conocido que en otra ocasión muy poco después un monje preguntó, “¿Tiene el perro naturaleza Búdica?” y Zhaozhou dijo, “Claro que si.” Una vez alguien preguntó, “¿Cuál es el camino?” y Zhaozhou replicó, “El ciprés en el jardín.” Otro monje preguntó, “¿Quién es Buda?” Zhaozhou disparó de vuelta, “¿Quién eres tú?” Un monje preguntó, “¿Cuál es el principio más importante dentro del Zen?” Zhaozhou dijo, “Excúseme, pero necesito hacer pipí. Imagínese, aún una cosa tan trivial como ésta tengo que hacerla en persona.” Un maestro maravilloso, Zhaozhou. Y si piensas acerca de todas estas historias, son cosas muy ordinarias. No es como el maestro Yunmen diciendo, “Cuerpo expuesto al viento dorado.” No es como el maestro Rinzai con sus gritos retumbando en los oídos de sus estudiantes durante días y días. No es como el maestro Deshan y su bastón, 30 golpes cada día. Creo que el maestro Zhaozhou debió haber sido muy parecido a Suzuki Roshi. Como con Susuki Roshi, pienso que con Zhaozhou a veces uno no sabía si algo estaba pasando o no. Si había algo de Zen o no. Cuando Rinzai te gritaba, podías haber o no haber entendido, pero sabías que algo estaba pasando. Cuando Deshan se prendía y te daba un trancazo, podías no haber comprendido, pero sabías, esto definitivamente es Zen. Pero cuando Zhaozhou dice, “Tómate una taza de té.” “Lava tus platos,” realmente no sabes. Bueno, puedes pensar, no está ocurriendo nada, solamente me está diciendo que lave mis platos. Pero creo que al mismo tiempo aquellos que tenían ojos para ver y el corazón para saber sintieron en esas palabras sencillas, como con las palabras simples de Suzuki Roshi, que algo estaba ocurriendo. El secreto de este tipo de práctica es que Zhaozhou y Suzuki Roshi no están tratando de hacer nada. Para ellos, real y verdaderamente no existe cosa alguna como la práctica Zen, o quizá la práctica Zen sea sólo una convención, únicamente un lenguaje. Existe sólo una vida, lo cual quiere decir la vida y la muerte. Por lo tanto, no hay necesidad de hacer algo especial de todo esto. Sin embargo, la vida momento a momento, en cada momento, tiene una profundidad inexpresable. “No sé” a cada momento. Todo momento, incluso el más simple, el momento más ordinario de nuestra vida, es vasto. Todos los momentos ordinarios son extraordinarios porque todos los momentos ordinarios son incognoscibles, marcados por la vacuidad, y son radicalmente impermanentes, esfumándose incluso antes de que aparezcan. Cada momento es así, si miras atentamente. Y la práctica de Zhaozhou y de Suzuki Roshi no era pensar acerca de esto o maravillarse con esto, sino sencillamente estar totalmente atentos a ello en cada actividad de la vida, ya sea que estuvieran hablando con un estudiante o yendo al baño o comiendo una comida. Entonces Zhaozhou no está diciendo nada más allá que tómate una taza de té. Lava tus platos no está diciendo nada especial, no hay truco, ¿o acaso lo hay? Es simplemente lava tus platos, pero es simplemente lava tus platos. Todo está incluido. No es conciente, no es intencional, no es Buda-Dharma o algo semejante. Es solamente vivir tu vida de manera natural, del modo en que tu vida es realmente. Por eso en sesshin deberíamos de vivir así, esta es la manera de vivir, sin ninguna intención especial, sino simplemente poniendo atención a nuestras vidas, estando ahí en nuestras vidas como verdaderamente son.
¿Qué nos impide llevar a cabo esto? Nuestro enorme hábito de darnos demasiada importancia. A cada momento estamos, ¿qué talla estoy haciendo? ¿Es esto bueno o malo? Esto está bien, esto está mal; míralo a él, mírala a ella, míralos a ellos, míranos a nosotros; ¿porqué es esto de esta manera? Yo quiero esto de esta manera; eso fue bueno en aquél entonces, ¿porqué no ahora? Estamos llenos de auto-importancia, no queremos ajustarnos, no queremos entrar en la vastedad de este momento. Por tanto, tenemos que dejar ir nuestra mente que se aferra a nosotros mismos, y ver eso. Zhaozhou está allí, Suzuki Roshi está ahí. Entonces no tienes que hacer nada; sólo tienes que deshacer algo, regresar momento a momento, como un ancla al pensamiento fundamental de tu ser corpóreo, de tu estar (ser) en la postura de tu respiración.
¡Finalmente he llegado al caso! El caso dice: Un monje le preguntó a Zhaozhou, “Durante mucho tiempo he escuchado acerca de un puente de piedra de Zhaozhou. Pero ahora que he venido aquí sólo veo un simple puente de troncos.” Era el famoso puente de piedra, claro. Pero también, cuando el monje habla del puente de piedra está hablando a su vez del mismo Zhaozhou. ¿He venido hasta aquí para ver a un famoso maestro del Ch´an y te veo a ti? Así es como sabemos que Zhaozhou no era un tipo impresionante. Si fueras un monje caminando 200 o 300 millas con tus pequeñas sandalias de paja para ir a ver al legendario maestro Zhaozhou, estarías esperando algo. Y llegas y he aquí este tipo. No es gran cosa. Así es como eran los monjes Ch´an de la antigüedad. Estaban muy presentes y eran muy directos y llamaban a una espada espada. “Sabes, no eres demasiado impresionante. Recorrí todo este trayecto y escuché tantas cosas acerca de ti; y no hay mucho aquí, ¿no es cierto?” Imagínense, si ustedes fueran Zhaozhou. ¿Cómo se sentirían? ¿Qué dirían? Zhaozhou respondió, “Ah, ves un puente de troncos” —sólo un puente de troncos, ningún maestro Zen importante por aquí. Estaba bien con él si no era gran cosa. Pero esto es únicamente la mitad de lo que dijo. Si eso hubiera sido todo lo que dijo, entonces estaría aferrándose a ser nada especial. Él añadió, “—no ves un puente de piedra.” Esto es verdad para nosotros también. No somos gran cosa, sólo un puente de troncos. ¿Pero logras ver el puente de piedra en tu propia vida? Zhaozhou dijo si, tienes razón, sólo un puente de troncos, pero no ves un puente de piedra. Qué lástima, no por mí; que lástima por ti. Pienso que el monje captó al maestro y súbitamente perdió su arrogancia y preguntó con toda humildad, “¿Cuál es el puente de piedra de Zhaozhou?” Zhaozhou dijo, “Caballos cruzan, asnos cruzan.” Nuestro apego, nuestra estupidez, nuestra iluminación, nuestro heroísmo, nuestra cobardía, nuestra confusión, claridad, compasión, egoísmo, todo esto cruza el famoso puente de piedra del Zen y arriba sano y salvo a la otra orilla. Es un puente; es un punto de cruce. En y por sí mismo no está en ninguna parte, sólo es un puente.
Estás vivo y después no lo estás, y eso es todo. Es tan fácil olvidarse que este es el caso. Es muy fácil olvidarse. Si caminas a través de la habitación en tu casa de una chapa de la puerta a la otra, y al estar ante una chapa haces el juramento que durante el tiempo en que camines entre esta chapa y la otra permanecerás con tu práctica, no serías capaz de hacerlo. Para cuando llegues a aquella otra perilla, ya se te habría olvidado. Esta es la mente humana. Es increíble cuando piensas en ello. Es un portento absoluto. Y piensen acerca de los siglos y generaciones que han ido a para adentro de esa estupidez. Es verdaderamente portentoso. Este es el misterio, esta es la música de la humanidad, increíble.
Necesitamos remitirnos a medidas drásticas. Es una pena. Únicamente para que podamos recordar un poquito más seguido el simple hecho de que estamos vivos ahora. Es una situación total. Y nunca va a suceder otra vez. Deberíamos de bailar durante sesshin con ese espíritu, tratando de poner atención, eso es todo, a cada inspiración y a cada expiración, poniendo atención al comer y al servir, al hacer una reverencia, al lavarse, al descansar, al caminar, al dormir, al cambiarse de ropa, regresando una y otra vez a donde estamos. Y todo dejándolo ir. No esperen nada, no se propongan nada, sólo échense un clavado al océano del Dharma. La cosa más importante es que el espíritu, el sentimiento, con que hagan todo esto sea un sentimiento de benevolencia. Es muy importante que tengan un sentimiento de benevolencia y ligereza en este hacer. Porque su mente tramposa tratará de convertirlo en otra forma de auto-aferrarse, y el antídoto contra eso es mera benevolencia. Sólo siendo bondadosos, con ustedes mismos, y hacia todos los que están practicando junto con ustedes, no nada más en esta habitación, en el sesshin, sino también en la sangha circundante y hacia todos por todos lados.
Por favor, si hagan su mejor esfuerzo para practicar del modo en el cual les estoy alentando a que practiquen. No traten de hacer nada; sean gentiles y bondadosos con ustedes mismos y a cada momento intenten dejar ir. A fin de cuentas este es el único camino para encontrar paz, para dejar ir el sufrimiento, y es la única manera en que verdaderamente llegaremos a ser capaces de beneficiar a otros. Ayudémonos mutuamente en ese esfuerzo.
traducción: Sergio Stern mdeza@infosel.net.mx
© 2001, Norman Fischer